La equidistancia marcada por una sola letra.
La respuesta a las preguntas que nunca nos hicimos, a las discusiones que nunca asomaron al balcón del dolor de nuestros corazones.
Ahora que el otoño llega en los pies de un niño, que amontona millones de hojas marrones y verdes. Soledades y otras certezas de estos vientos.
Ahora que las lágrimas llenan vacíos que hace años debieron inundar. Ahora que la vida me devuelve al mismo punto de partida, aquel que nunca debí perder. Aquel espacio en que me senté a ver pasar la vida.
Y pasaste. Como pasa el tiempo apoyado en la ceniza de un cigarrillo. Como pasan los días tristes en el bordillo del asfalto y de la nada. Como aquel jarrón precioso, sutil y brillante, frágil y callado. El jarrón sigue intacto bebiendo de las nubes del pasado. Y unas manos que tiemblan alarmantes…que sueñan que el futuro es hoy…ahora…mañana.
Qué difícil este espacio que llena tantos silencios. Qué difícil ésta cárcel de recuerdos y olores, de sentimientos encontrados, de verdades que nunca nos dijimos. Éste espacio de sueños y angustia, de rabia gestionada tarde. Muy tarde. Éste entorno mágico en que te encuentro si cierro los ojos y acaricio ese cojín amarillo, y acaricio tu pelo y tus ojos. y siembro tu alma en cada abismo.
Amar o matar, montar en el barco de mis ganas que me llevan a tu vientre donde espero arrullarme. Y decirte «te quiero»…me quiero.
Y perder mis miedos si..si se trata de salvarte a ti. Y decirte claramente como el poema…que cuando te miro veo pájaros y tantas…tantas cosas…
Tantas cosas te prometí, y te perdí. Ahora construyo para encontarnos en el mejor rincón de nuestras vidas y viajar…conjugando todos los verbos que acaben en arte.
M encantó 🙂
Me gustaLe gusta a 1 persona