El sentido de la belleza.

El último de la fila.
El final de ese libro cuyas páginas devoras
para caer en las garras del siguiente.

La última de tus prioridades.
El café que nunca compartiremos.
La borrachera que nos quedará pendiente,
el beso que ya nunca nos daremos,
el sexo que nos queda en las calles y en los bancos.
La noche que no haremos nuestra.

La brisa del mar en el que nunca jugaremos
por estar jugando este juego absurdo 
y triste de emoción.
La lágrima que ya nunca recogeré con mis labios.
La rosa que ya nunca acariciará tus pechos y tu vientre.

Como el parado que espera el trabajo 
que sabe que nunca llegará.
Como la lluvia que un día caía en la ventana 
y empapaba el enigma de una tarde  entre tus piernas.

El viejo que madruga
para no entorpecer el tiempo entre las sabanas,
para no ser un estorbo en su propia casa,
para no sentirse "nadie" más tiempo del que sea necesario.

Como el papel que cae al vacío 
desde esa habitación de hotel, 
donde las fotos ya son historia
y son compartidas en camas ajenas,
perdiendo el sentido de la belleza. 
Del momento. De la historia.

Como el comerciante al que no le importa regalar 
para vender al mejor postor lo peor que tiene. 
Como el último en tu lista de prioridades.
Como la última brasa que arde en tu silencio,
por no necesitar mi presencia,
por no necesitarme.
Como tú….ya no eres. 
Como yo…no soy. 
Voy detrás de ti,
perdiendo sangre.
No serás capaz de darme cuerda.
Encontré mi paz en la tormenta.

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