La soledad del gato.

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Me duelen 
los abrazos que no te doy.
Las cosas que no nos suceden
y el tiempo que se escapa con la fuerza de los ríos.

Me duelen 
los vientos que no soplan.
Las miradas que se pierden 
en la opacidad de un pixel.
La sonrisa tímida de paz.
Los poros que ya no supuran .
La luz que no dará cobijo a nuestras sombras.

Me duelen 
los miedos que se acomodan en el pecho.
Los segundos regalados a la luna.
Los sentimientos encerrados que nunca verán
el dolor de tus entrañas.

Me duele 
el canal que no sangrará
dentro de mi, 
abierto,
lleno de tripas y flores secas.

Me duele
la expresión de mi rostro.
Lo confieso, 
me duele no ser quien crees que soy. 

Me duele 
la distancia insalvable 
entre tu pelo y mis manos temblando.
Entre tu pecho y mi arrullo.

Me duele
la cruda realidad de ahí afuera.
Lo de la prisa por decreto.
Lo del ruido calando hasta los huesos.
Lo de los versos perdidos en cualquier portal.
Lo del amor vendido en mercadillos ambulantes.
Lo de los coches gritando tu ausencia.

Me duele
la realidad de no saber abrazarnos.
La realidad de la ansiedad 
cubriendo las manos.
La soledad del gato en una noche cualquiera de verano.
El compromiso depositado en la memoria de un pez.

Me duele
no volver a estremecer.
No volver a temblar.
No volver a reír.
No volver a llorar.

Me duele no sentir la respiración
entrecortada de cualquier ascensor.

No volver a escuchar " La tarantada".
No ver mover tus manos en el mar, otra vez.

Me duele el pecho.
Me duele el verso.
Pero me duele tanto
que ya ni dolor siento.

Cuando el dolor 
cambia la historia del corazón.

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Ser delicado y esperar,
dame tiempo para darte
todo lo que tengo.

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