El trovador del frac te recita A ratos siento que vuelvo a empezar. Que hay algo cíclico en el motor del corazón. A ratos soy nocturnidad y a ratos me pierdo en mi alevosía. A ratos salto al vacío, por que no se saltar sobre tierra firme. A ratos soy la excusa del miedo para hacerte invisible y a ratos, quiero comerte sin pelar. Soy el guion de una fiesta sin invitación y a ratos, soy el problema y la solución. A ratos soy un volcán en el pecho, que abrupto, perfila todos los vértices y me deja sin perfiles con los que arañarte el alma. A ratos veo algo muy real ahí fuera, mecánico, dormido. A ratos me siento como los demás, en marquesinas invisibles, en aceras comidas por el viento, en la acequia que llena de líquido tus piernas. A ratos pido permiso sabiendo que tengo que entrar y a ratos, piso el felpudo de los desamparados. A ratos miro a mi alrededor enfadado, lleno de ira, comiéndome el perdón a bocados, poniendo el foco en el acantilado más lejano. A ratos, los menos, trato de escucharme alejando el corazón, sintiéndome cerca del planeta de los locos; no quiero pensar más de la cuenta. Que el corazón me pasa "fracturas" atrasadas y tengo déficit de asuntos internos. A ratos busco la tranquilidad insomne del mar en calma, mientras algo por dentro me arranca la sangre a pedazos reclamando vientos torpes que arrasen con todo. A ratos me siento ciudadano de una ciudad perdida y a ratos me siento habitante de lunas abiertas de madrugada. Cojo mis fundas y mis camisas arrugadas y me marcho. Siento un amor valiente dentro de mi que merece el calor de la barra de un bar y un posavasos con historia. Allí te espero. Te invito a la penúltima.
que cada pequeño arañazo,
cada cuchillo por la espalda,
fue tan solo un pequeño trámite.
Tan solo una excusa idiota.
Hace tiempo que yo ya no sonreía tanto.