Nido de sal

Comerte,
es como un día de playa comiendo sandía .
Cómo si nunca hubiéramos sido capaces
de coser el universo a versos.
Y te diré algo mientras mastico tus pechos 
en esta fría tarde de invierno:
El mundo, necesita música.
Mi corazón necesita música.
El ruido ahí fuera
hace que las palabras
parezcan bloques de hielo.
Y los labios rezan palabras
bañadas en sangre.
Los espejos,
ya no muestran el aire
que no dejábamos pasar.
El sueño,
es un nido de sal entre tus manos.
Mis lamentos,
ya dejaron de tener cobijo en algún vientre.
Dejé de ser un tipo recomendable.
A falta de vida,
necesito alejarme de la muerte
que habita en los relojes parados.
No me acompañes.
No hay habitaciones vacías
en este tren,
ni destino que llene los huecos que dejaste.
No te subas.
Creo que te lo he dicho.
No soy recomendable.
Pero me soporto
y me alejo de tus redes
que son las redes
que colorean tu pasado
de abrazos invisibles y recuerdos de ceniza.
Para morir en paz
mientras espero sobre las hojas de otoño,
la marea que llene de aire la vida.

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No voy a la pista de baile
A abanicar los males,
A despedir tu voz.
 
Clamor y palmas expectantes,
con tono insinuante
le digo bien y digo adiós.

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